El Colegio García Flamenco fue fundado, en 1924, por tres grandes maestros salvadoreños: Don Rubén H. Dimas, Don Francisco Morán y Don Salvador Cañas, quienes introdujeron nuevos enfoques pedagógicos como la enseñanza laica y la coeducación.
Los fundadores decidieron nombrar al Colegio en homenaje a Marcelino García Flamenco ya que admiraban el gran espíritu de este joven maestro joven maestro que propagó en su tiempo los principios de libertad, justicia, democracia y respeto.
Actualmente, vemos los frutos de una evolución histórica institucional que ha sido próspera, llegando a ser uno de los colegios más importantes de El Salvador que ha formado a prestigiosos líderes, académicos, políticos, artistas y empresarios del país, gracias a la clara definición y cumplimiento de su identidad, pensamiento pedagógico y política de calidad.
Don Rubén H. Dimas
Don Francisco Morán
Don Salvador Cañas
“Educar líderes de forma integral, laica y coeducativa, a partir de nuestros principios pedagógicos curriculares, sobre la base de un modelo educativo propio y sustentado en valores, ciencia, tecnología, innovación y calidad”.
“Formar líderes integrales con calidad humana comprometidos con la sociedad, como agentes de cambio positivo en su entorno.”
El Colegio, puesta su fe en Dios y en la patria, tiene como filosofía la defensa del principio de libertad, basado en la moral y en la justicia, como elemento fundamental en la formación de la persona; y esto implica el respeto de la idea que el hogar inculca a los jóvenes en materia religiosa y política, procurando que la vida del alumnado en el Colegio se desarrolle en un ambiente de mutuo respeto y consideración.
Creemos en una educación integral, que comprende la formación física, intelectual, moral, cívica y artística de los educandos, y se logra por medio del esfuerzo conjunto de todos los que conformamos la comunidad del Colegio García Flamenco: alumnado, padres y madres de familia, personal docente, personal administrativo y Junta Directiva. El Colegio reconoce y asume la responsabilidad que como miembro de la sociedad le corresponde cumplir, ayudando a la niñez y a la juventud actual a encontrar el camino que los guíe a ser buenos hijos ahora y ciudadanos útiles mañana.